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LAS HIJAS DE LOS GRANDES HIJOS
Nadie muestra comprensión para ellas
para Eda Mussolini, Svetlana Džugašvili[1]
Raghad Hussein y Maria Milošević
Para su sufrimiento nadie tiene oídos,
Mientras sus padres vivían obsesionados con complots
ellas escondían sus suaves muñecas
de los cortesanos quienes – cuando
los padres fueron derrocados – descubrieron
rasgos patológicos en ellas.
Llamaron soberbia a su soledad
Diagnosticaron el tedio y la depresión
como herencia del gen de la maldad.
“Idéntica al padre, sólo le faltan los bigotes”,
decían de Svetlana, la mujer de mirada triste
y rostro para nada acerado, que en los Estados Unidos
fue contratada para describir a su padre como una fera
No se dedicó a la política y no hubiera podido, no sabía
Soñaba con la caricia del padre en su cabellera rubia
y recordaba cuando bailaba con èl y le pellizcaba la mejilla, justamente en el hoyuelo.
A Eda le vieron una barbilla semejante a la del Duce
aunque tenia un hermoso rostro
femenino. “Eda, hermoso nombre” le decía el papá
“tan lindo que hasta Gôring lo tomó para su hija”.
Eda soportó la rendición, el derrocamiento del marido y
el imperio en cenizas, pero no pudo con la muerte del padre
porque en verdad había creído que él era inmortal y que todos lo adoraban.
Raghad tuvo vivencias distintas
no le interesaron los asuntos del padre hasta que
un día éste le mató al marido con toda crueldad
huyó a Siria y después a Jordania buscando dejar atrás la ira paterna. Lo odiaba y ni una lágrima tuvo
cuando los americanos lo atraparon en ese sofocante agujero
pero los ojos se le empaparon
cuando vio en la tapa del Te Sun
al padre preso en calzoncillos
“por Dios, esto sí que es demasiado” dijo.
En la noche en que su padre fue apresado
María tomó una pistola y disparó al aire cinco veces
“Creo que ni los pájaros quisieron volar más,
ni moscas había, tanto se asustaron de los extraños”,
Así explicó su miedo cerval a lo que se venia
No dudaba del padre: “Quedará bien registrado en la historia, estoy segura,
pero a mi no me interesa la historia
lo quiero conmigo ya, vivo y sano”
Cada día se escribe sobre millones de desterrados,
sobre cientos de miles de desfallecientes y sobre los niños desafortunados
pero nadie hasta ahora mostró ni un poco de comprensión
hacia ellas que, como todos, fueron infantes y
amaron a sus padres. Nadie mostrò comprensión para su sufrimiento nutrido en salones suntuosos
pavimentados con aullidos.
GRADOS DE SOLEDAD
Es grande la soledad del poeta
Aunque está dirigida al público, al lector
del cual puede esperar compasión
o consuelo.
Mayor fue la soledad de Job
Cuando Dios lo puso a prueba
Y él maldijo a su madre
Por haberlo traído al mundo.
Más grande aun fue la de Huso Alić
que estaba en un viaje ofcial
Cuando los alemanes bombardearon
Banja Luka.
Cayó una bomba sobre
su casa que mató a su mujer
y sus tres hijas.
Mientras se llevaban a cabo los entierros
Los bombarderos atacaron otra vez
Y todos los deudos huyeron.
Con la muerte acechando desde las nubes
Huso tomó la pala y solo, durante horas,
enterró en las cuatro fosas
hasta los últimos restos de su amor.
MUCHACHAS DE MI JUVENTUD
Las muchachas de mi juventud, las nausicas
Las niñas de mi juventud, las dianas, las danaes y las lolitas
tienen solo cuarenta, y ya tienen canas, frentes arrugadas
y manos oscuras.
Muchas ya se amatronaron y olvidaron el amor
tal como se olvida un idioma ajeno
Las muchachas de mi juventud, las rut y las sulamkas
Las niñas de mi juventud, las hadas de las orillas
tienen los ojos grandes y vacíos
ya derramaron todas sus lágrimas
fueron hechas para el desacato, hermanas de Ester y de Judit
Pero toda su desobediencia la gastaron
en los refugios, en los sótanos y en la cola para el pan
todos su pensamientos voluptuosos se los dedicaron
a los muertos
A veces al pasar me sonreian
más bien preocupadas, como una madre le sonríe al hijo revoltoso.
cuando, en una charla de café, les recuerdo las oportunidades perdidas dicen: te fuiste y ahora te interesas?
tú no sabes como es
cuando ya no te importa nada
cuando el invierno viene con lo suyo: el hielo y la muerte
A veces en sueños acaricio sus cabelleras abundantes
toco sus orgullosas curvas con el susurro de la seda
con ternura envuelvo en mis palmas esos pequeños pechos
y pienso: por dios, en diez años todas ellas estarán muertas
Pronto morirán esas diosas de mi juventud.
Rotas por la guerra, el hambre y las lágrimas
esas penèlopes sin pretendientes, pequeñas novias de sonrisa congelada
Esos misteriosos pozos de placer hoy inaccesibles
esas antígonas que invocan al vacío, un vacío sin esperanza
un vacío sin eco.
BUDAPEST
Me fascina pasear por las plazas de la metropolis
De imperios antiguos, plazas abrumadas por el barroco
Como pesado oro en el pecho marchito de una anciana
Que el Danubio lava su rostro cansado.
Me encanta pasear por las metrópolis imperiales
en cuyas plazas encuentro los bustos de mis duques
estatuas de mis príncipes, Zrínyi Miklós
Jelacic Joseph. Este último escribió baladas de amor
y es más conocido por la crueldad de sus cimitarras.
Me gusta mirar los techos verdes de la ciudad
Desde la terraza del monte Buda o el Kahlenberg
Las plazas de los héroes Hősök tere, Heldenplatz
Que hablan de breves tiempos de gloria
En los que el águila rapaz extendió sus alas.
A veces pienso que seria lindo quedarse allí
Pedir asilo político y pasar el resto de mi vida
En las cercanías del monumento a la desdichada Sissi
Cuyo hijo se mató, cuyo marido la engañaba con una
Prostituta sin corazón, y sentir después als das Schöne ist nichts als des schrecklichen Anfang…[2]
Adoro pasear por las metrópolis imperiales
que me recuerdan la presencia constante de la peste.
NO PUEDO QUEDARME SIN TI
No te puedo olvidar porque el dolor por ti continúa
En mi carne. En cada palabra que digo
En cada bocado de pan amargo. No puedo
más pasear por la avenida, ni beber de un manantial fresco
Hace mucho ya que las madres se quitaran los velos y
lucen su pelo frondoso, el fresno hace tiempo que tiene hojas nuevas.
Solo yo no puedo olvidarte, hace mucho tiempo
Que te encuentro en sueños, en los claros ojos de la montaña.
No puedo quedarme sin ti en los atardeceres de invierno
Cuando la Madre de Dios habla con los pastores en el campo
Han pasado cien veranos desde que pronunciamos esas frases
Los lagos se han descongelado y la primavera está en los árboles.
Y estoy esperando que el mensajero desconocido me llame
Que la estrella de la tarde me ilumine con su brillo helado
Y entender esta transformación del amor. Entrecerrar los ojos
Como una señal de la f or de las nieves en las cumbres desnudas y frías.
No te puedo desmenuzar en partículas, en olas
marinas que lloran las rocas del cuerpo. Cuanto más dura el verano
tanto más rápido entra el cuerpo en el otoño, en la arena oscura
Los ladrones de caminos robaron mis monedas de oro
Por eso mis canciones suenan hoy como un ánfora rota
En lugar de dineros, ahora hay lluvias largas y vientos fríos
Me puse un manto de silencio esperando que me ilumine con su brillo
Ese desconocido mensajero de la helada estrella de la tarde.
ES UNA GRAN BENDICION ESCRIBIR EN LENGUAS PEQUEÑAS
Y no escribir sobre temas obligados
Apoyado en las piedras de una casa en Hercegovina
Escuchar las voces de tus muertos, importantes solo para ti
y darle palabras a los lares y penates.
No te hace falta lo que dicen los sabihondos y los sacerdotes
Ni los libros que se venden en las grandes comercios
Para describir la canción de Tonka
En los crepúsculos rojizos, o el canto de un gallo
En las mañanas doradas.
Es una gran bendición escribir en lenguas pequeñas.
Destrozar las vanidades del dinero y la fama.
Entender que eres super f uo en este mundo
Y que tus rimas anticuadas
Son potentes aunque solo para ti.
Olvidar todo lo que has aprendido
de historia y teorías
literarias y llegar al viñedo paterno
al murmullo del mar, que es el único que te cantará
hasta tus últimos días.
Revivir la imagen de tu madre
Usando una bombilla quemada
para zurcir el calcetín y al pincharse con la aguja
en la punta del dedo
brota esa gota de sangre
Que le da color a tu mundo
hasta el día del juicio final.
ESTE VERANO
Soñé que entraba a hurtadillas al jardín de Nausica
en una orilla de Kornat. Ella dormía en un lecho
de espuma, rodeada de salvia y lavandas
La brisa del Levante trajo aromas de pinos y malvarrosas
Y le recitè versos de bardos croatas
Pechos màs blancos que la nieve y la lechhe
Tomamos un malbec de Čitluk y comimos queso de cabra y anguila del Hutovo
Le dije que nuestra felicidad estaba sembrada en la Antártida y luego, suavemente,
la tomé en el sueño.
Esto fue hace diez, hace cien años
Y mis manos aun tienen el aroma
de sus pechos y sus caderas.
Traducción: Carmen Verlichak Vrljičak
El poeta y escritor Mile Stojić (1955) nació en Dragičina, Hercegovina, donde permaneció 19 años, vivió 14 en Viena y el resto de su vida en Sarajevo. Se dedicó muchos anos al periodismo. Fue editor en Naših dana, Lica, Odjek, Oslobođenje, Tjednik y fue profesor de literatura en la Universidad de Viena. Tiene publicados una treintena de libros de poesía y alrededor de una docena de ensayos, cuentos y re f exiones de viajes. Recibió 15 premios y su obra fue traducida al macedonio, húngaro, italiano, alemán, búlgaro, esloveno, rumano. Ingles, polaco. Fue notable su poesía dedicada al genocidio de Srebrenica que inmediatamente se tradujo a veinte idiomas. Esta es la primera vez que se lo traduce al castellano.
[1] la hija de Stalin
[2] que la belleza no es otra cosa que el inicio de lo terrible, Ranier Maria Rilke, Elegìas de Duino (I)